IRRLICHT

de Kristin Reger

Febrero 8, 2024.


Irrlicht se refiere al fenómeno luminoso de aparición de misteriosos orbes de luz en pantanos y páramos. Alrededor del mundo el folclore sugiere que estas pequeñas entidades luminosas tienen un encanto siniestro que hace que quien sea testigo del avistamiento pierda la orientación, el juicio y la vida. Literalmente, “luz equivocada”, la palabra alemana implica una fuerza ilusoria que es capaz de conducirnos a las profundidades de la locura. La alegoría del Irrlicht, también conocida como “fuego fátuo” o “fuego sin sentido” en México, ilumina el magnetismo de todo aquello misterioso y fugaz, formando un vínculo entre el encanto y el abismo.

Mientras la ciencia ofrece explicaciones químicas o a través de la electrodinámica cuántica, nos devuelve a los misterios de la materia y la energía, las luces han sido, desde tiempos remotos, comúnmente interpretadas como ánimas que carecen de un cuerpo físico. Lo que emerge en estas pinturas no se trata de la idea de un “fantasma” propiamente tal, sino más bien de la proyección emocional ante tales entidades.

Una luz, o de lo que sea que se trate, que provoca un deseo que todo lo consume: la definición misma de fetiche. Un agente para consumir y querer ser consumido; para acercarse a lo incognoscible y lo inmortal. En estos cuadros, el Irrlicht se convierte en un Denkfigur del fetiche. Promesas débiles de sosiego pasan a convertirse en un vacuo chivo expiatorio al caer en sus redes. Se desea ser convocado y consumido por completo, pero la moneda de cambio del deseo se consigue a pequeños bocados: no es un amante, sino su pecho, sus labios, un latigazo; o incluso una costilla, vértebra o cartílago lo que negocia con el fantástico placer. Euforia y depresión, un salto y un choque, escuálidos movimientos humanos se arremolinan en un ciclón de delirio, atraídos por la parafernalia.

El impulso que jala hacia una cacofonía de imágenes y el dejo de figuras deconstruidas que emergen de rajaduras decisivas y esqueléticas en planos psicodélicos. Las marcas y los movimientos se extienden en una red de signos primordiales, influidos por peculiares estados de ánimo, permitiendo que la dicha y la furia se derramen en color, textura y línea, eclipsando lo cerebral. Sólo el cuerpo, sólo el gesto: un único canal para un trasfondo infinito.

La imagen aparece en hábiles trazos pendulares, el empapamiento de un lienzo. Huesos que se rompen, garras que rasgan. Trozos deseados del cuerpo que prometen todo un ánima, el fetiche es una forma de sinécdoque que hace menos aterradora la aproximación a lo incognoscible (Otro). Das Irrlicht atrae con gravedad propia, un agujero negro de vacuidad sin retorno, el melodrama de la absorción total; somos arrancados de una narrativa mayor; somos arrastrados por pequeñas mitologías.

Kristin Reger (Traducción de Mariana Soto Otárola)


Irrlicht refers to the phenomenon of mysterious orbs of light appearing in swamplands. Folklore across the globe suggests these small luminous entities have a sinister allure, causing people to lose their ways, minds, and lives. Literally, “mistaken light,” the German word implies a misguiding force bringing one to the depths of madness. The allegory of Irrlicht –known as fuego fátuo or “pointless fire” in Mexico– illuminates the magnetism of all things mysterious and fleeting, binding enchantment to abyss.

While science offers chemical explanations –which, via quantum electrodynamics, only return us to mysteries of matter and energy– the lights are commonly interpreted as bodiless spirits. It’s less the idea of a “ghost” itself but rather the emotional projections placed onto such entities that emerge in these paintings.

A light, or anything else, provoking an all-consuming desire: this is fetish. A proxy for consuming, wanting to be consumed, to approach the unknowable and deathless. In these paintings, the Irrlicht becomes a Denkfigur of fetish. Faint promises become a vacuous scapegoat of the Fall. One wants to be summoned and wholly consumed, but the currency of desire is in small morsels: it is not a lover, but a breast, a lip, a lash; or indeed a rib, vertebrae, or gristle that negotiates fantastic pleasure. A rush and a push, a jump and a crash, feeble human movements whirl in a cyclone of delirium, beckoned by paraphernalia.

I pull from a cacophony of imagery and let deconstructed figures emerge from decisive, skeletal slashes in psychedelic planes. Marks and movements extrude into a web of primordial signs, influenced by peculiar states of mind, allowing bliss and fury to spill forth in color, texture, and line, eclipsing the cerebral. Only the body, only gesture: a single channel for infinite backstory.

Image appears in deft pendulous strokes, the soaking of a canvas. Breaking off of bone, claws tearing through. Desired bits of the body promising a whole spirit, fetish is a form of synecdoche that makes approximating the unknowable (Other) less terrifying. Das Irrlicht lures with its own gravity, a black hole of nothing left and no way back, feeling the melodrama of absorption; deferred from a grand narrative, we are strung along by small mythologies.

Kristin Reger

Fotografías de Weima Art Photography